Plegaria Eucarística III con referencias bíblicas



El sacerdote con las manos extendidas, dice:
Santo eres en verdad, Señor,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo,
tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
vivificas y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar
para que ofrezca a tu nombre una oblación pura,
de la salida del sol hasta el ocaso. (Ml 1,11)

Junta las manos, y teniéndolas abiertas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Señor, suplicantes te pedimos,
que te dignes santificar por el mismo Espíritu,
estos dones, que hemos separado para ti,
junta las manos
y signa el pan y el cáliz simultáneamente, diciendo:
para que se hagan Cuerpo y + Sangre
de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
junta las manos
quien mandó que celebremos estos misterios.

En las formulas que siguen, las palabras del Señor se profieren distintas y abiertas, como lo requieren la naturaleza de las palabras
Él mismo la noche en la que fue entregado
toma el pan
y teniéndolo elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan
y dándote gracias lo bendijo,
lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:
se inclina

Tomen y coman todos de él porque
esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes.
Ostenta la hostia consagrada al pueblo, la repone sobre la patena, y genuflexo la adora.

Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
toma el cáliz,
y teniéndolo elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz
y dándote gracias lo bendijo,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
se inclina

Tomen y beban todos de él porque
éste es el cáliz de mi Sangre
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por ustedes y por muchos
para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía. (1Cor 11,23-25)
Ostenta el cáliz al pueblo, lo depone sobre el corporal, y genuflexo lo adora.

Después dice:
Misterio de la fe.

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, Señor, al recordar
la pasión salvadora de tu Hijo,
y su admirable resurrección
y ascensión al cielo,
mientras esperamos su segunda venida,
te ofrecemos, dándote gracias,
este sacrificio vivo y santo.

Mira, te rogamos, la oblación de tu Iglesia
y reconoce a la Víctima,
por cuya inmolación quisiste aplacarte (Rm 3,5-25; 5,9; 1Tes 1,10; 5,9)
concédenos, a los que nos alimentamos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
que llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

Que él nos transforme en dones eternos para ti,
y consigamos alcanzar la heredad con tus elegidos,
en primer lugar con María, la santísima Virgen Madre de Dios, con san José, su esposo,
con tus bienaventurados Apóstoles y los gloriosos Mártires
(con San N.: santo del día o patrono)
y todos los Santos,
cuya intercesión
perpetua ante ti confiamos nos ayude.

Te rogamos, Señor,
que esta Víctima de nuestra reconciliación,
traiga la paz y la salvación al mundo entero (1Jn 2,2; 4,10).
Dígnate confirmar en la fe y la caridad
a tu Iglesia, peregrinante en la tierra,
con tu servidor, nuestro Papa N. y nuestro Obispo N.,
con el orden episcopal y todo el clero.

Atiende propicio los deseos de esta familia
que quisiste ante tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre clemente,
a todos tus hijos dispersos por doquier. (Jn 11,52)

A nuestros hermanos difuntos
y a todos los que, buscando agradarte, partieron de este mundo,
admítelos con bondad en tu reino,
donde esperamos
con ellos saciarnos por siempre de tu gloria,

junta la manos
por Cristo Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.

Toma la patena con la hostia y el cáliz, y elevándolos, dice:
Por él, y con él y en él,
a ti Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria
por todos los siglos de los siglos.

Amén.

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