Plegaria eucarística II
El sacerdote con las manos extendidas, dice:
Santo
eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad.
Junta
las manos, y manteniéndola abiertas sobre las ofrendas, dice:
Por
eso te suplicamos, que santifiques estos dones
con
el rocío de tu Espíritu.
Junta
las manos
y
signa sobre el pan y el cáliz simultáneamente, diciendo:
Para
que sean para nosotros el Cuerpo y +
la Sangre
de
nuestro Señor Jesucristo.
Junta
las manos.
En
las fórmulas que siguen, las palabras del Señor se profieren
distintas y abiertas, como lo requiere la naturaleza de ellas.
Quien
entregado voluntariamente a su Pasión, (Jn 10,18)
toma
el pan,
lo
mantiene elevado sobre el altar, prosigue:
tomó
pan, y dando gracias lo partió,
y
lo dio a sus discípulos, diciendo:
se
inclina
Tomen
y coman todos de él porque
esto
es mi cuerpo,
que
será entregado por ustedes.
Ostenta
la hostia consagrada al pueblo, la repone sobre la patena, y
genuflexo la adora.
Después
prosigue
Del
mismo modo, después de haber cenado,
toma
el cáliz,
y
manteniéndolo elevado sobre el altar, prosigue:
tomó
el cáliz
y
dándote gracias de nuevo lo dio a sus discípulos, diciendo:
se
inclina
Tomen
y beban todos de él porque
este
es el cáliz de mi Sangre
Sangre
de la nueva y eterna alianza,
que
será derramada por ustedes y por muchos
en
perdón de los pecados.
Hagan
esto en conmemoración mía.
Ostenta
el cáliz al pueblo, lo depone sobre el corporal, y genuflexo lo
adora.
Después
dice:
Misterio
de la fe.
Después
el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así,
Señor,
Al
recordar su muerte y resurrección,
te
ofrecemos el pan de vida
y
el cáliz de salvación,
dando
gracias porque nos hiciste dignos
de
estar frente a ti y servirte.
Y
te pedimos humildemente
que
participando del Cuerpo y la Sangre de Cristo,
seamos
congregados en la unidad por el Espíritu Santo.
Recuerda,
Señor, a tu Iglesia difundida por toda la tierra,
y
junto con nuestro Papa N.
y nuestro Obispo N.
y
todo el clero,
perfecciónala
en la caridad.
Recuerda
también a nuestros hermanos,
que
se durmieron en la esperanza de la resurrección,
y
todos los que han muerto en tu misericordia.
Y
admítelos en la luz de tu rostro.
Te
rogamos, ten misericordia de todos nosotros,
y
con María, la bienaventurada Virgen Madre de Dios, san José, su
esposo,
con
los bienaventurados Apóstoles y todos los Santos
que
te agradaron a través de los tiempos,
merezcamos
ser partícipes de la vida eterna,
y
alabarte y glorificarte
junta
las manos
por
tu Hijo Jesucristo.
Toma
la patena con la hostia y el cáliz, y elevándolos, dice:
Por
él, y con él, y en él,
a
ti Dios Padre omnipotente,
en
la unidad del Espíritu Santo,
todo
honor y gloria
por
todos los siglos de los siglos.
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