Plegaria Eucarística I o cánon romano
El
sacerdote, extendidas las manos, dice:
Padre clementísimo,
suplicantes te rogamos y
pedimos
por Jesucristo, tu Hijo
nuestro Señor,
Junta
las manos y dice:
que aceptes
signa
al mismo tiempo sobre el pan y el cáliz, diciendo:
y bendigas +
estos dones, estas ofrendas,
este sacrificio santo y puro,
extendidas
las manos, prosigue:
que te ofrecemos, ante todo
por tu Iglesia santa y
católica:
para que le concedas la paz,
la protejas, la congregues en la unidad,
y te dignes gobernarla en el
mundo entero:
unida con tu servidor nuestro
Papa N.
y nuestro Obispo N.
y todos los que rectamente
profesan la fe católica
y apostólica.
Conmemoración
por los vivos.
Acuérdate, Señor,
de tus hijos e hijas N.
y N.
Junta
las manos y ora algún tiempo por los que tiene intención de orar.
Después, extendidas las manos, prosigue:
y todos los que nos rodean,
cuya fe y devoción te son
conocidas,
por los cuales te ofrecemos:
y ellos te ofrecen este
sacrificio de alabanza (Heb 13,15),
por sí mismos y por todos:
por la redención de sus
almas,
por la esperanza de la
salvación y por su perseverancia:
dirigen sus deseos a ti
eterno Dios, vivo y verdadero.
Infra
Acción
En comunión,
y venerando la memoria,
ante todo de la gloriosa
siempre Virgen María,
Madre de nuestro Dios y Señor
Jesucristo:
y san José, su virgen Esposo,
y de tus bienaventurados
Apóstoles y Mártires,
Pedro y Pablo, Andrés,
Santiago, Juan,
Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo,
Simón y Tadeo:
Lino, Cleto, Clemente, Sixto,
Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián
y de todos tus Santos;
cuyos méritos te rogamos nos
concedas,
y que en todo tengamos tu
auxilio y protección.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Extendidas
las manos, prosigue:
Te rogamos, Señor, que
aplacado recibas,
esta oblación de nuestro
servicio,
y de toda tu familia,
ordena en tu paz nuestros
días,
líbranos de la condenación
eterna
y cuéntanos en el número de
tus elegidos.
Junta
las manos.
Por Cristo, Señor nuestro.
Amén.
Teniendo
las manos abiertas sobre las ofrendas, dice:
Y esta oblación, te rogamos,
tu, oh Dios, en todo dígnate hacerla
bendita, aprobada, ratificada,
razonable, aceptada:
para que pueda llegar a ser
para nosotros Cuerpo y Sangre de tu amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo.
Junta
las manos.
En
las fórmulas que siguen, las palabras del Señor se proferirán
distintas y abiertas, como la naturaleza de tales palabras requieren.
El cual, antes de padecer,
Toma
el pan, y teniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan en sus santas y
venerables manos,
eleva
los ojos
y elevando los ojos al cielo,
a ti Dios Padre suyo
todopoderoso,
dándote gracias lo bendijo,
lo partió,
y los dio a sus discípulos,
diciendo:
se
inclina un poco
Tomen y coman todos de él
porque
esto es mi Cuerpo,
que será entregado por
ustedes. (Lc 22,19)
Ostenta
al pueblo la hostia consagrada, la repone sobre la patena, y
genuflexo la adora. Después prosigue:
Del mismo modo, después de
haber cenado,
toma
el cáliz, y teniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó este cáliz preclaro
en sus santas y venerables
manos,
dándote gracias de nuevo lo
bendijo,
y lo dio a sus discípulos,
diciendo:
se
inclina un poco
Tomen y beban todos de él
porque
éste es el cáliz de mi
Sangre
Sangre de la alianza nueva
y eterna,
que será derramada por
ustedes y por muchos
para el perdón de los
pecados.
Hagan esto en conmemoración
mía. (Lc 22,20; Mt 26,28)
Ostenta
el cáliz al pueblo, lo depone sobre el corporal, y genuflexo lo
adora. Entonces dice:
Misterio de la fe.
Después,
extendidas las manos, el sacerdote dice:
Por eso, Señor,
nosotros tus servidores,
y todo tu pueblo santo,
al recordar
la pasión gloriosa
de Cristo, tu Hijo, nuestro
Señor,
su resurrección del lugar de
los muertos,
y su gloriosa ascensión a los
cielos:
ofrecemos a tu inmensa
majestad
de los dones que nos diste
la víctima pura (Mal 1,11), santa,
inmaculada,
pan santo de vida eterna
y cáliz de perpetua
salvación.
Dígnate mirarla
con rostro propicio y sereno
y acéptala,
como te has dignado aceptar
los dones tu hijo el justo
Abel, (Heb 11,4)
y el sacrificio de nuestro
Patriarca Abraham, (Heb 11,17)
y el santo sacrificio, la
víctima inmaculada,
que te ofreció tu sumo
sacerdote Melquisedec. (Heb 7)
Inclinado,
juntadas las manos, dice:
Suplicantes te rogamos, Dios
omnipotente:
llévala por manos de tu santo
Ángel
a tu sublime altar,
en presencia de tu divina
majestad;
para que, por la participación
de éste altar
llenos
del Cuerpo y la Sangre de tu
sacrosanto Hijo,
se
endereza y signa a sí mismo, diciendo:
seamos repletos de toda
bendición celestial y de gracia.
Junta
las manos.
Por Cristo, Señor nuestro.
Amén.
Conmemoración
por los difuntos.
Extendidas
las manos, dice:
Acuérdate también, Señor,
de tus hijos e hijas N.
y N.,
que nos precedieron con el
signo de la fe,
y duermen en el sueño de la
paz.
Junta
las manos y ora algún tiempo por aquellos difuntos, por los cuales
tiene intención de orar. Después, extendidas las manos, prosigue:
A ellos, Señor, y a todos los
que descansan en Cristo,
te rogamos que le concedas
el lugar del refrigerio, de la
luz y de la paz.
Junta
las manos.
Por Cristo, Señor nuestro.
Amén.
Con
la mano derecha percutiendo sobre el pecho, dice:
Y a nosotros, pecadores
servidores tuyos,
y
extendidas las manos, prosigue:
que esperamos de tu gran
misericordia,
dígnate darnos parte en tu
amistad
con tus santos Apóstoles y
Mártires:
con Juan, Estéban,
Matías, Bernabé,
Ignacio, Alejandro,
Marcelino, Pedro,
Felicidad, Perpétua,
Águeda, Lucía,
Inés, Cecília, Anastásia
y todos tus Santos:
te rogamos, admítenos
en su compañía,
no considerando nuestros
méritos,
sino tu indulgencia.
Junta
las manos y prosigue:
Por Cristo Señor nuestro,
por quien, Señor,
creas, santificas, vivificas,
bendices
y nos concedes
siempre todos los bienes.
Toma
la patena con la hostia y el cáliz, y con ambos elevados, dice:
a ti sean Dios Padre
omnipotente,
en la unidad del Espíritu
Santo,
todo honor y gloria
por todos los siglos de los
siglos.
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